Por Domingo Adames
Presidente PRM Hermanas Mirabal
Nuestro Partido Revolucionario Moderno (PRM), el cual cada día que pasa más se fortalece atendiendo al genuino clamor de los sectores más sensatos de nuestra sociedad, atraviesa en estos momentos un rio muy peligroso de cara a los certámenes de febrero y mayo.
Este es un partido que ha nacido con la firme convicción de enarbolar y poner en práctica los más sagrados ideales de progreso, y sobre todo, atendiendo a lo que son las más genuinas aspiraciones del pueblo dominicano, las cuales interpretadas de manera sabia por nuestro Presidente y líder Luis Abinader, quien ha sabido llevar soluciones a los más acuciantes problemas nacionales.
Es por ello, que como dirigente y fundador de nuestra organización, que nos atrevemos a clamar una vez más, por la verdadera unidad, pero no esa que suelen quedar impregnada en una imagen fotográfica, en un periódico o en las redes, sino la verdadera unidad para lograr el triunfo al que aspiran los perremeistas de todo el lindero nacional, y por ende de nuestra provincia Hermanas Mirabal, en donde por todos es bien sabido, hay un escenario interno en donde para nadie es un secreto, algunos hasta aspiran a intereses contrarios a lo que nuestras bases y el resto del pueblo dominicano desean.
El PRM debe ser sabio. Actuar de manera más que sagaz inteligente para la continuación en el poder más allá de este 2024, pues como antesala de ese gran triunfo al que estamos compelidos, o sea el de mayo, tanto para lograr que nuestros 32 senadores obtengan el triunfo, así como el de nuestro seguro reelecto Presidente y guía Abinader; pues para ellos necesitamos como plataforma de lo anterior dicho, que nuestros alcaldes y regidores también salgan por la puerta grande, pues como dicen muchos, sin un febrero robustecido, podríamos correr el riesgo de un mayo no muy promisorio.
Para que se pueda lograr el triunfo, necesitamos la unidad verdadera de todos nuestros cuadros y dirigentes, no la pantalla para poses o notas de prensa para vender una idea que no existe, sino, la unidad genuina y sincera basada en aquellos preceptos de la ética y la inteligencia política que adornan a nuestros dirigentes y a la inmensa mayoría de nuestras bases en las diversas comunidades y pueblos.
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