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Trump, Kamala y el “Gran Remplazo”


POR FELIX REYES 

En el mes de julio del año 2019, escribí un artículo para un medio digital ya desaparecido, en el que abordaba la política de identidades en los Estados Unidos.

En esa ocasión partía de un hecho ocurrido en el Juego de Estrellas de béisbol del año 2013, celebrado en el estadio “Citi field”, en la ciudad de New York, donde el cantante Marc Anthony tuvo la oportunidad de ser el intérprete de la canción “God Bless America”, canción que el pueblo norteamericano adoptó como segundo himno y que, en los juegos de béisbol celebrados en esta ciudad, es interpretado en el séptimo episodio, en conmemoración de los caídos en aquella fatídica mañana de septiembre del año 2001.

Como se sabe, Marc Anthony es un distinguido hijo de la ciudad de Nueva York, de padres puertorriqueños, que nació en el sector del condado de Manhattan conocido como East Harlem o El Barrio.

Por esa razón, no parecía nada fuera de lo común a una persona racional, desprovista de actitudes racistas y/o xenofóbicas que Marc Anthony fuera seleccionado para interpretar esa canción.

Sin embargo, sí lo fue para seguidores de una corriente social que empezaba a gestarse como reacción a la existencia del primer presidente negro en este país, corriente que luego se convirtió  en el movimiento político MAGA e hizo posible que Donald Trump derrotara a todos los precandidatos republicanos.

Kamala Harris

Esos críticos consideraban que Marc Anthony no debía interpretar la canción “God Bless América”, por el hecho de ser latino, olvidando que quien compuso esa canción, Irving Berlin,  ni siquiera había nacido en Estados Unidos, pero sí era europeo. Y es que, para esas personas racistas,  los descendientes de migrantes no europeos no son verdaderos norteamericanos.

En la historia de los Estados Unidos de América no ha sido extraño que a una parte de su población, en un principio, se haya pretendido negar  la condición de norteamericano y negarles derechos por ser recién llegados; pero que, al cabo del tiempo, hayan sido asimilados cuando son de raza caucásica, permitiéndoles participar en el “sueño americano” y el disfrute pleno de derechos civiles y políticos.

Es diferente cuando se trata de personas de  diferente color o provienen de Latinoamérica o Asia. Un ejemplo lo dio el actual candidato republicano Donald Trump, en el año 2019, siendo entonces presidente, cuando solicitó a cuatro congresistas del Partido Demócrata que “regresen al lugar de donde provienen”, por el hecho de dos de ellas ser negras, una hispana y otra de origen árabe, a pesar de que tres de ellas nacieron en Estados Unidos y una vive en Estados Unidos desde su primera infancia.

Por una declaración similar, el candidato republicano se convirtió en el “darling” de los movimientos de superioridad blanca cuando negó la condición de norteamericano al presidente Obama y formó el movimiento “Hacer América Grande de nuevo”, que en el fondo significa para esas personas racistas y xenófobas, recuperar la América del pasado, donde solo el hombre blanco puede disfrutar a plenitud los derechos y el estilo de vida contenidos en el sueño americano, una América donde el negro se postra ante el blanco, como limpiabotas, botones de hotel o labores domésticas como la tía Jemima, y el hispano solo puede trabajar como lavaplatos o muchacho del delivery y se siente altamente honrado de que un blanco le dirija la palabra con indulgencia.

Donald Trump es la expresión de  esas actitudes, ampliamente difundidas en una parte importante de la población blanca norteamericana, que resiente el crecimiento de lo que hasta hoy son consideradas minorías étnicas y raciales conformadas por la población afroamericana y descendientes de migrantes latinoamericanos, asiáticos y africanos, que al sumarse se proyectan como población mayoritaria dentro de pocas décadas.

En ese escenario, la eventual candidatura de Kamala Harris, quien desciende de padre negro jamaiquino y madre hindú, tiende a acentuar el resentimiento y a consolidar el apoyo de esos segmentos racistas y xenófobos de la población norteamericana que han cerrado fila en torno a Donald Trump.

La candidatura de kamala Harris dará renovada vigencia a la teoría conspirativa del “Gran Remplazo” promovida por los propagandistas republicanos, por lo que no será sorpresa el despliegue de todo tipo de campaña sucia contra ella,  similar a como lo intentaron  para evitar el triunfo de Obama en el 2008.

Como en toda competencia electoral, existen factores que juegan a favor de ella, otros que juegan a favor del candidato republicano. Está por verse cuál será el desenlace.

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