Lito Santana
La Prensa
Sólo hubo que mencionar la posibilidad de una reforma fiscal en República Dominicana, para que en mi mente aparecieran aquellos recuerdos fúnebres a que nos tiene acostumbrado este tipo de medidas, tomadas por nuestros gobiernos, siempre asesorados por los expertos del Fondo Monetario denominado el “Policía Internacional” al servicio de las instituciones de créditos de los países más ricos que lo dirigen. Revolotean en mi cerebro las manifestaciones populares asociadas a los resultados de sus imposiciones en contra de los pobres.
“Fuera del país el FMI”, era la consigna que se convertía en un clamor, desde los lugares más apartados de la geografía nacional, hasta nuestras ciudades más importantes. El peor de esos recuerdos fue la poblada de los días 22,23 y 24 de abril del 1984, estando en el poder el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) bajo la gestión del expresidente Salvador Jorge Blanco (fallecido)
Las imposiciones del “Gendarme Internacional” llevaron al país a un estallido social en el que no se ha podido determinar con exactitud la cantidad de muertos y heridos. Hay quienes afirma que esos hechos provocaron la derrota del PRD, en las Elecciones Generales del 1986 y el regreso al Palacio Nacional de Joaquín Balaguer, con cerca de 80 años y casi ciego.
Para esta reforma ya el FMI dio su primer zarpazo y lo hizo saber en un comunicado publicado en los medios de prensa y que advierte la imperiosa necesidad de estos ajustes.
Las pautas del FMI establecen que “el alto nivel de deuda pública (o pagos de intereses) en relación con unos bajos ingresos tributarios —lo que se conoce como asequibilidad de la deuda— supone un riesgo clave que limita la calificación crediticia y contribuye a que las tasas de interés sean altas”.
“Este es el motivo por el que varias reformas, sobre todo del sistema tributario, serán claves. Una reforma tributaria integral podría ayudar al país a aumentar los ingresos y obtener la calificación de grado de inversión”, afirma su defensa a la reforma fiscal. El mismo lenguaje establecido para estas obligaciones en anteriores ocasiones y cuyo interés permanente es que el Gobierno recaude más fondos para que honre sus compromisos internacionales al costo social que sea.
El FMI nunca apretará sus garras para beneficiar a los más desposeídos. Esa jamás ha sido su preocupación, ni la será en estos momentos. Naturalmente, el presidente Luis Abinader ha de recordar lo ocurrido en 1984, en el segundo período consecutivo del Gobierno del PRD. Por cierto, en agosto de este año, Abinader entrará a su segundo período consecutivo, sólo que ahora es con el PRM y él seguirá siendo el Primer Mandatario. Ojalá toda esta reflexión sea producto del trauma que vivimos en el 1984. Fui apresado en el municipio de Tamayo por aquellas protestas… el resto es historia. Ahora espero que los acuerdos que pudiera firmar el Gobierno con el FMI para la reforma fiscal sean “una misa de salud” para el pueblo dominicano.
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