POR RAFAEL SANTOS
No pude contener mis lágrimas. En cada una de las escenas de esta magistral película me vi yo mismo. Vi mi niñez en la “Escuela Primaria María Josefa Gómez”, de Salcedo, y otra parte aunque muy mínima, en la “Hermanos Trejo” de Higuey.
Es una película envolvente desde la primera escena hasta la final, por donde desfilan además de las tímidas y hasta descoloridas acciones, toda una chorrera de sentimientos encontrados, que aunque el televidente no quiera admitirlo, lo llenan de una pesada y agridulce nostalgia que poco a poco provocan en la persona que durante 95 minutos está frente al tv, todo un desafío entre el sollozo y la neutralidad sentimental ante la trama.
La misma es protagonizada por Adriana Barraza quien hace el papel de la profesora Georgina, y Kaarlo Isaac como Ikal, seguido de Frida Cruz en el bello papel de Valeria, Ikal Paredes es el Tuerto, Memo Villegas interpreta a Valenzuela, seguido de Nova Coronel como Coronel Diego Montessoro, Teté Espinoza, Jerónimo Medina, Gabriela Cartol, Adrián Vázquez y Leonardo Alonso, entre otros.
Cabe destacar, que esta película, “El último vagón” es tomada del libro de Ángeles Doñate y la cual narra las historias de varios niños que en una zona campestre de México, en donde en primer plano está la abnegada profesora Georgina (Adriana Barraza), la cual le inyecta a sus estudiantes (todos muy pobres), el deseo de superación a través de cada una de sus ponencias en sus clases diarias.
La misma, y en términos muy particulares, me hace recordar a mis maestras de primero de la María Josefa Gómez, Nelly Cabral y a Higinia Bueno, las cuales fueron formadoras ejemplares, y que usaban al igual que Georgina en la película, todo tipo de estrategias con tal de motivar al estudiante a la lectura.
Además, y es preciso señalar, que en la película y gracia a la sencillez de los diálogos entre los actores, el televidente y desde su asiento, por momento se convierte en cómplice silente de cada una de la efímeras aventuras de estos niños, todos estos, cobijados bajo el terrible manto de la pobreza, mientras que otros en algo más profundo: la indigencia.
Los escenarios tomados para cada episodio, son si se quiere, lugares tan iguales a la de nuestra infancia, principalmente, aquellos que como quien escribe se desarrolló entre los años de las décadas 70s y 80s, respectivamente, solo que en nuestros escenarios contrario a los de la películas, no habían trenes, sino, otros tipos de pobrezas tal vez tan iguales que a lo mejor por eso retrata la vida de cada uno de los que como yo, fuimos arropados por esos tentáculos de una desigualdad que al paso de los años, ha sido la perfecta marca que nos empuja para echar siempre adelante en pos de nuestro desarrollo (en todos los órdenes).
Otro de los elementos, además de los descritos, es el perro, amigo fiel y que fue encontrado por el personaje principal en medio de un riachuelo mientras los niños “se toparon” con el cadáver de un vagabundo.
El perro se hizo amigo de todos, de manera especial de Ikal (personaje principal) y quien luego de la muerte accidental de su padre, emigró junto a su madre a otra ciudad, en donde a fuerza de estudio y sacrificio y muchos años después, se hizo maestro.
Debo aclarar, que el perro quedó al cuidado de los demás niños de la escuela que funcionaba en el vagón, y que a la retirada de este de la ciudad, me hizo recordar también, aquella dolorosa escena cuando esa mañana soleada del 1976, ya casi al medio día, mi padrastro Jesús, que era policía, llegó de improviso y como en otras ocasiones, no mudamos del pueblo, en esta ocasión para Higuey, en donde prestaba sus servicios policiales.
Recuerdo que al igual que en la película, los muchachos del barrio fueron a despedirme y yo lloroso los miraba a todos, mientras la camioneta Mazda color verde de la pequeña me iba perdiendo del pueblo y de aquello que tanto amaba: mis amigos y demás familiares, pero sobre todo, dejaba donde mi abuela, a mi perrito “Abelito”, al que jamás volví a ver, pues un año más tarde cuando nos mudamos nuevamente para Salcedo, ya mi cuadrúpedo no estaba, según me contaron el bummper de un carro acabó con su tierna vida.
Ya la escena final no se las contaré. El desenlace es bonito y reflexivo, por lo que definitivamente le sugiero a los maestros que les dan seguimiento a mis humildes escritos, que busquen esta bella película, y que de ser posible, hagan una dinámica escolar y en el salón de acto, véalas junto a sus alumnos para que entre todos la analicen y saquen lo mejor y que como yo, aprendan un chin más de la vida que en aquellos años nos tocó vivir, y que gracias a mis citadas maestras, además de Nelly Gatón Infante, Tete Osorio, Francisca (Fica) Díaz, Bienvenido Núñez, Máximo Lora, Mercedita Hidalgo y Napoleón Reyes, entre otros tantos, me inculcaron con sabiduría el amor a la lectura para finalmente hacer de mi lo que hoy gracias a Dios soy, un periodista al servicio de las mejores causas de mi pueblo y el país.
Este artículo está dedicado, a mis profesoras del nivel primario, Nelly y Carmen Cabral, Higinia Bueno, Napoleón Reyes, Mercedita Hidalgo y a mi muy recordada maestra, Nelly Gatón Infante esta hacia volar nuestra imaginación al ponernos como tareas además de las lecturas comprensivas, para que sus alumnos redactáramos pequeñas historias en nuestro muy recordado cuadernos marca “Petete”,
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