POR RAFAEL SANTOS
Otro 25 de noviembre donde se conmemoró el 62 aniversario del histórico hecho de sangre que estremeció la nación dominicana. Sin lugar a dudas, fue este el motor que propulsó las condiciones para que seis meses más tarde, se llevara a cabo el ajusticiamiento de aquel diabólico tirano y desde aquel momento, floreció y se estableció el actual régimen democrático que disfrutamos los dominicanos.
Pero, para doña Miledys Antonia de la Cruz González, (tenía 9 años cuando pasó todo aquello), unigénita hija de aquel valiente y decidido hombre, mártir dominicano Rufino Antonio de la Cruz Disla, asesinado de la manera más cruel que se pueda imaginar, junto a Patria, Minerva y María Teresa Mirabal Reyes, dicha fecha, aun para la mayoría de los dominicanos pasa desapercibida.
Lo de su marginalidad y desconocimiento histórico en que ha vivido durante más de 60 años, porque de manera casi genérica e injusta, tanto la prensa, como historiadores, dirigentes políticos y la propia sociedad civil, así lo han ignorado.
Sentado junto a ella, en la galería de su humilde vivienda, la cual está ubicada a escasos metros de la Casa Museo Hermanas Mirabal, como cada 25 de noviembre, al frente de dicha vivienda (carretera Tenares-Salcedo y viceversa), se observan pasar las caravanas de todo tipos de vehículos, con sus respectivas sirenas, trasladando personalidades civiles y autoridades por montón, tanto provinciales, como a nivel nacional.
Hasta varios de nuestros Presidentes, pasan sin voltear la cara hacia donde vive esta dama, dirigidos a conmemorar mediante grandes eventos esta importantísima fecha, la cual, se ha denominada como El Día Internacional de la No Violencia Contra La Mujer, y que bueno que así sea y que se continue con esta ya tradicional e histórica efeméride, pues el valor de nuestras muchachas es algo sobre lo que nadie con su sano juicio se rehúsa a resaltar, pues, fueron ellas y son el símbolo de amor a su patria.
Pero, ¿Por qué en estos variados eventos, honores y galardones de todas índoles, no se ha incluido esta dama, tan sufrida como nuestras heroínas y sus familiares? ¿No creen ustedes que ella ha sido ignorada por esta injusta sociedad?
¿No creen ustedes que con esta silente y añeja apatía, de manera sentimental y psicológica se ha estado maltratando a la única hija de aquel hombre que acompañó a nuestras heroínas, a sabiendas del alto riesgo y casi seguro de que podía perder su vida en esta misión?
¿No sería justo, que el Estado Dominicano, con sus facultades jurídicas, debiera de reconocer y condecorar a ciudadanos como Doña Miledys y que en esta etapa de su vida, se le otorgue el sitial que a nuestro entender ella se merece?
Esta reflexión de tipo comparativa, no está dirigida, ni hecha en ánimo de criticar, ni tocar en lo más minino los sentimientos de la honorable y sufrida familia Mirabal Reyes.
Consideramos justo se busque algún tipo de equidad para la sufrida Miledys, quien durante más de sesenta años, ha anhelado sea reconocido el mérito que merece el valiente accionar de su padre, hoy mártir dominicano, Rufino de la Cruz y en consecuencia, se le saque del encasillado del simple chofer, cuando su participación y misión fue mucho más allá de la importantísima labor de estos honorables trabajadores.
Finalmente, llámanos la atención a todas las partes que integran la sociedad dominicana, comenzando por los centros educativos, medios de comunicación, entidades públicas y privadas, a que conozcan la historia de este heroico y valiente hombre, que por cumplir su peligrosa misión, sacrificó su vida junto a las Hermanas Mirabal, para que en nuestro país hoy exista y se exhiba al mundo un Estado Democrático y de Derecho.
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