POR ANTONIO JIMENEZ
Pastor Evangelico
Vivimos en medio de un mundo convulsionado, y hoy más que nunca necesitamos la Paz de Dios. Una vez leí un libro, que tenía como tema: “Cuando no es una cosa es otra”. La tiniebla se manifiesta de una u otra forma, para arrancar la tranquilidad a los seres humanos. Estos días han sido tristes para nuestra provincia; perdidas de seres humanos de una manera inesperada. Pero solo nos queda preguntarnos, ¿para qué Dios permite que sucedan cosas tan lamentables? No preguntamos ¿Por qué suceden estas cosas?.
No debemos cuestionar a Dios.- Las cosas aunque duelan, suceden con un propósito.- Para descubrirlo tenemos que esperar, mientras miramos hacia arriba, donde está el trono de la gracia. Él es el único que tiene la respuesta, por qué y para qué suceden las cosas. Uno de los hechos más horrendo y despiadado, aconteció hace dos mil veinticuatro años en Israel, se ordenó la muerte de alguien que solo hizo bien a su pueblo, de manera injusta, lo condenaron a morir en la Cruz.
Este tipo de muerte, solo estaba reservado para los más grandes criminales de la época. Él no era un criminal, era justo, pero lo mataron. Para que murió? Para salvar la humanidad, para darle esperanza al hombre, para abrir un camino a Dios el Padre. A todos aquellos que le siguieron, y creyeron en El, les dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). “Estas cosas os es hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo “ (Juan 16:33).
La Paz interna que El da, es un estado de quietud espiritual que solo se obtiene a través de la persona de Cristo, cuando reconocemos que Él es el Salvador del mundo. Cuando le aceptamos y le recibimos como lo que Él es, somos inundado de una paz verdadera, que no desaparece en medio de las aflicciones. Jesús le deja la paz, pero también le recuerda que en el mundo siempre tendrán aflicciones, también le aseguró, que como El venció, también vencerían los que en El confían. Estas palabras confortadoras de Jesús, contienen el mayor regalo que el ser humano puede obtener, con una vida relacionada con Dios, a través de su palabra, y la ayuda del Espíritu Santo.
La paz en Dios proviene de una reconciliación entre Dios y el hombre. Espero que la tristeza que embargan las familias de este pueblo, en medio del dolor, por la pérdida de esos seres queridos, le sirva para buscar refugio en Dios. El apóstol Pablo le dijo a los Corintios, “que hay tristeza que son para salvación; pero hay otra que son para perdición” (2da. Corintios 7:10). Nosotros elegimos a donde nos llevarán las situaciones difíciles que se nos presentan.
Dios te bendiga.
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