Autora: Ana de la Mata
Internet ha supuesto una revolución en todo el mundo, pues entre otras cosas, nos permite ver imágenes de forma inmediata. En el ámbito de la pornografía ha tomado una magnitud sobrecogedora y desigual según nuestro género. Se estima que el 90% de los hombres consumen pornografía frente a un 33% de las mujeres. Y en los últimos estudios de análisis de contenido que ven los hombres entre un 15 y un 40% consumen pornografía de violaciones, violaciones en grupo y degradación de la mujer.
Actualmente el acceso a la pornografía se ha adelantado a los 8 años y un 30% de los adolescentes lo hace de forma accidental. Los adolescentes buscan resolver sus dudas sobre sexualidad indagando en internet y en muchas ocasiones es su primer contacto con el sexo. El modelo de sexualidad que el porno “mainstream” muestra es uno en el que la penetración es lo principal, el sexo acaba con la eyaculación, a menudo incluye expectativas rígidas sobre las parejas sexuales o el propio cuerpo, los encuentros sexuales siguen un guión o rutina determinados, se siente angustia por no llegar al orgasmo, tolera el dolor y la incomodidad y no incluye una comunicación clara.
Además, el porno en internet perpetúa una serie de estereotipos de los que nuestras culturas beben, donde la mujer está hipersexualizada, en la que el deseo se construye desde la perspectiva masculina hegemónica y en la que el cuerpo de la mujer está exclusivamente al servicio del deseo masculino. En definitiva, se considera a la mujer como objeto y no como sujeto.
La corriente dominante en la pornografía dibuja unas relaciones sexuales violentas porque no se comunica de forma clara los límites ni las preferencias sexuales de sus implicados ni se atiende a la excitación de todos ellos.
Cómo nos afecta el porno, a nuestra vida y en nuestras relaciones personales
La pornografía se ha convertido en rival para las mujeres y para las capacidades sexuales de los hombres. Nos proporciona un modelo de sexualidad en el que se fomentan prácticas sexuales que aumentan la insatisfacción sexual y emocional.
El consumo continuado de pornografía transforma el funcionamiento de nuestro sistema dopaminérgico. Haciendo que el sexo “convencional” deje de resultarnos suficientemente estimulante y llevándonos a buscar estímulos cada vez más fuertes, como ocurre en cualquier adicción.
El consumo y búsqueda de contenido pornográfico lo suficientemente estimulante puede llegar a extremo de perder el interés en otros aspectos de nuestra vida y a perder nuestra capacidad para controlar dicha necesidad.
Esto no quiere decir que el deseo o la sexualidad sean malos, en absoluto, sino que constituyen una necesidad que nos lleva a sentirnos consolados, receptores de afecto y estimulados. Es más, masturbarnos nos permite aprender sobre las reacciones de nuestros propios cuerpos y reconocer qué nos produce más placer. Y estos es indispensable para tener una vida sexual satisfactoria.
Los hombres llegan al encuentro sexual con la expectativa de que se reproduzca lo que viven en la realidad virtual, en el visionado de pornografía, que choca con la realidad física. Al no haber coincidencia pueden sentirse resentidos o irritados y entrar en un bucle de ensimismamiento en sus relaciones.
Mientras, las mujeres somos víctimas de una fuerte presión para aceptar esta situación como nueva normalidad que nos violenta y nos insatisface.
¿Qué es la sensualidad y qué es la sexualidad?
Son un conjunto de pensamientos, emociones y respuestas corporales que se construyen alrededor de las necesidades y deseos que nos llevan a alcanzar el placer sensual y la excitación sexual.
El placer sensual es el sentimiento de placer que se desencadena cuando nos sentimos consolados y receptores de afecto. Y provoca una sensación de “subidón” como con las cosquillas, en una montaña rusa o al consumir cualquier estimulante (café, tabaco, …).
La excitación sexual es un sentimiento concreto de estimulación que si se incrementa progresa hasta el orgasmo. Y provoca una sensación de “bajón” como al comer, darnos un baño relajante o consumir cualquier calmante o sedante.
El placer sensual nos puede llevar a la excitación sexual y viceversa.
¿Qué dificultades tenemos en la sexualidad?
El porcentaje de mujeres que sienten que tienen algún problema en su sexualidad es significativamente mayor que el de los hombres. Es de un 43% frente a un 31%.
La falta de deseo es muy común en las mujeres, sin embargo, no interfiere en su bienestar. Tiene que ver con menores niveles de testosterona, insatisfacción en las relaciones de pareja, cansancio o estrés. Mientras la industria farmacéutica trabaja intensamente para proporcionar “soluciones”, otros profesionales señalan que la disfunción sexual femenina es un constructo artificial fomentado por la misma industria farmacéutica y por una sociedad sexista, que exige a las mujeres un nivel de libido superior al “natural”.
En los hombres es más habitual en primer lugar la disfunción eréctil y en segundo la eyaculación precoz. Y las causas más habituales son la depresión, el estrés, problemas de pareja o inseguridades/nervios/ o miedos provocados por experiencias sexuales anteriores. Es la primera vez en la historia que vivimos la sexualidad a tan largo plazo. El nivel de placer y conexión en nuestras relaciones depende de si mantenemos nuestro deseo.
El deseo se mantiene cuando hay un equilibrio entre amor y deseo; y entre la conexión con nuestro propio cuerpo y el cuerpo del otro. Estamos más satisfechos cuando en la relación sentimos seguridad, previsibilidad, permanencia y esperanza, pero a la vez hay novedad, aventura, misterio y riesgo. Y será mucho más satisfactorio si somos capaces de conectar con nuestro placer a la vez que podemos tener la mente en el cuerpo del otro.
Además de esto es importante entender que cada uno tenemos un espacio erótico que nos pertenece; que los juegos preliminares no son justo antes del sexo, sino que empiezan justo después del orgasmo anterior; y que el sexo es premeditado, intencional y centrado en el presente.
Un modelo de relaciones sexuales alternativo al que aparece en pornografía, incluye más actividades a parte de la penetración, se deciden conjuntamente las prácticas que se van a realizar, el orgasmo es un añadido pero no indispensable, la excitación aparece después del deseo sensual, no hay unas expectativas rígidas sobre el cuerpo, acaba cuando cualquiera de los implicados quiere que acabe, puede ser diferente cada vez o incluir actividades placenteras habituales y se centra en las sensaciones físicas.
Si quieres más información sobre temas que afectan a tu sexualidad, puedes consultarnos.
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