Rafael Santos
La inteligencia, tal y como lo establece el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), es la “capacidad de entender o comprender”, o la “capacidad de resolver problemas”; mientras que la política según la misma entidad, es “La lucha por el poder en función de intereses y ventajas”.
Partiendo de lo anteriormente establecido se podría colegir, que al unir estas dos palabras, deduciríamos por inteligencia política, como la capacidad de entender a través de nuestras potencialidades, aquellos problemas, para, y en base a nuestros intereses y un trabajo combinado, lograr el poder.
Viendo el desarrollo de ciertos líderes políticos tanto del patio como de gran parte del país, podríamos decir, que los mismos, más que con inteligencia, están actuando en contra de sus propios principios, dejando al descubierto oscuros sentimientos que más que otra cosa lo que dan es lástima.
Al observar el pobre accionar y las funestas estrategias que desarrollan muchos de estos, es fácil llegar a la conclusión, de que ciertas candidaturas corren el riesgo de perder, no solo de sus contrarios que buscan las mismas posiciones electivas, sino, y es lo peor del caso, que estas bien podrían perder más que de otros, de ell@s mism@s, algo verdaderamente lamentable.
Finalmente, les sugerimos a esos que no aceptan opiniones y viven su mundo al igual que Alicia y su País de las Maravillas, que bajen al terreno del juego y entiendan, que en estos tiempos, los candidatos además de las alianzas con fuerzas externas, lo que más necesitan es la mancomunidad de sus compromisarios, o de lo contrario, y este consejo va de manera especial para los perremeistas de la zona, otro gallo podría cantar no solo en las elecciones de febrero, sino en la de mayo, y esto sería catastrófico.
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