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No tengo deseo sexual, ¿debo preocuparme?

Los factores que están detrás de la pérdida de deseo sexual van desde los puramente físicos o biológicos a los netamente psicológicos. Determinar el origen del problema es posible y constituye la llave maestra para encontrar la solución.


El deseo sexual se produce cuando el cerebro percibe un determinado estímulo como sexual, una circunstancia que cambia a lo largo de la vida; tal y como recuerda a CuídatePlus José Manuel Valverde, miembro de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). “Esos cambios (en el deseo sexual) a veces ocurren en el comienzo o el final de las relaciones, con cambios en la vida y con patologías físicas o psíquicas”, aclara este médico de Familia con un máster en Sexología. Por tanto, los factores que afectan a las ganas de tener relaciones sexuales varían desde lo puramente físico o biológico hasta los elementos de tipo psicológico.

Por su parte, Silvia C. Carpallo, sexóloga y autora del libro Sexo para ser feliz, aclara que para hablar de deseo sexual primero conviene aclarar que existen dos tipos de deseo: “Estaría el primer tipo, que es equivalente a esas ganas que aparecen de forma espontánea, sobre todo al inicio de una relación, y las cuáles nos llevan a buscar al amante o pareja en busca de contacto. Con el tiempo, y especialmente en el caso de las mujeres, este deseo varía a un segundo tipo en el cuál esas ganas no aparecen siempre inicialmente, sino que es a través del contacto con la pareja, buscado, cuando ese deseo comienza a emerger, incluso a veces después de la excitación”, explica Carpallo, quien destaca que en este tipo de deseo a veces el cuerpo reacciona antes que la mente.

Ambos expertos consultados por CuídatePlus coinciden en que a veces el deseo sexual cambia por distintas circunstancias o por la etapa de la vida en la que nos encontramos, lo que no significa que haya desaparecido, puede que solo esté escondido y es necesario buscarlo de forma activa. “A veces olvidamos que al igual que la parte afectiva de la relación, la parte sexual también conlleva trabajo”, comenta Carpallo y prosigue: “Por eso muchas parejas se agobian cuando dicen que ya no tienen las ganas de antes, en vez de entender que el deseo varía y que es posible trabajar ese aspecto de su relación como lo hacen con otros”.

Causas psicológicas de la falta de deseo sexual

Sobre los aspectos emocionales y psicológicos que más afectan al deseo sexual, tanto Valverde como Carpallo sostienen que entre los más destacados se encuentran los conflictos de pareja. Para el miembro de la SEMG, éstos suelen ser los más habituales si dejamos de lado las patologías físicas que pueden afectar a la actividad sexual debido al trasfondo psicológico que tiene la falta de conexión, las peleas sin resolver, la comunicación deficiente cuando hablamos de necesidades y preferencias sexuales con el otro y los problemas de confianza, a veces, debidos a una infidelidad por parte de la pareja

En este sentido, Carpallo apunta que existen otras situaciones que pueden inhibir el deseo sexual como puede ser el estrés u otras más complejas cuando existen traumas asociados a un abuso sexual o una situación incómoda que conlleva el bloqueo de la propia sexualidad. “A veces lo que bloquea nuestro deseo es algún problema con nuestra autoestima, que no nos deja desinhibirnos en el acto sexual y, por lo tanto, no lo vivimos como algo positivo, o incluso que exista alguna dificultad como el dolor en la penetración, o el hacerlo casi por imposición que, de nuevo, nos lleve a vivir la experiencia como algo negativo, y por tanto, desaparezca el interés por repetirla”, detalla esta sexóloga.

En este punto, Valverde suscribe que los problemas de salud mental, como la depresión o la ansiedad, afectan directamente a la salud, igual que el estrés, siendo la sexualidad la primera área en sufrir alteraciones. A su juicio, otros elementos que afectan al deseo sexual son los problemas de autoestima o conflictos con imagen corporal, incluidos los cambios durante el embarazo, los antecedentes de maltrato físico o de abuso sexual y el hecho de tener experiencias sexuales negativas en el pasado.

Causas físicas de la falta de deseo sexual

No hay duda que el sexo y el deseo sexual tiene un gran componente mental, sin embargo, existen otras circunstancias físicas y biológicas que incluyen en la actividad sexual. Al respecto, Carpallo subraya que la más frecuente es la menopausia debido a los cambios hormonales y cómo éstos alteran el deseo: “En ocasiones, lo que ocurre es que la falta de lubricación, la falta de aceptación de los cambios corporales, etc., influyen en la satisfacción sexual y por tanto en las ganas de repetir la experiencia si ya no la vivimos como antes”, matiza. En cuanto a los cambios hormonales, Valverde recalca que el embarazo y la lactancia son otros momentos en los que puede cambiar el deseo.

Además, esta sexóloga asegura que los medicamentos también alteran en el deseo sexual, en concreto, aquellos indicados para la depresión, la epilepsia las versiones más antiguas de anticonceptivos. Al respecto, Valverde coincide que el papel que tienen los antidepresivos y recuerda que el dolor durante las relaciones sexuales o la falta de orgasmos son otros elementos que pueden disminuir el deseo sexual.

Y, ¿qué enfermedades pueden alterar la actividad sexual? “Muchas enfermedades no sexuales pueden afectar el deseo sexual, como la artritis, el cáncer, la diabetes, la presión arterial alta, la enfermedad de las arterias coronarias y las enfermedades neurológicas”, responde Valverde. Asimismo, este médico de Familia asegura que “las cirugías relacionadas con los pechos (mastectomías) o el aparato genital pueden afectar la imagen corporal, la función sexual y el deseo sexual”.

Determinar el origen, clave para la solución

Como la falta de deseo sexual puede estar originada por distintos factores, la solución siempre pasará por saber qué la desencadena y, en función de cada caso, será necesario consultarlo con un especialista. En este punto, Carpallo recomienda que si la alteración sexual está asociada a un elemento fisiológico será necesario consultar con un ginecólogo, el especialista que lleve nuestro tratamiento o incluso nuestro médico de Atención Primaria y, si la persona identifica que el cambio se debe a elementos de carácter personal como un cambio en el trabajo, una situación familiar compleja o un conflicto con la pareja será necesario consultarlo con un sexólogo.

Sobre cuándo hay que acudir a un especialista, Valverde comenta que en general los problemas sexuales son abordados en muy contadas ocasiones en las consultas de los médicos de Familia ya que los pacientes los trasladan más fácilmente con ginecólogos y urólogos. “Una buena formación en sexología de nuestros médicos de familia sería la mejor forma de que muchos de estos problemas fueran abordados de una manera precoz y eficaz. La salud sexual forma parte de la salud global de las personas”, reivindica el portavoz de la SEMG.


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