Las 8,500 piezas de la colección del museo estuvieron tiradas en un furgón durante tres años. Ahora trabajan para que puedan volver a exhibirse en las salas permanentes Aunque abrió sus puertas el miércoles 12 de octubre del 2022 con la exposición temporal “Cemíes, dúhos y rituales aborígenes” y la inauguración de la Biblioteca José Antonio Caro Álvarez, la mayor parte del Museo del Hombre Dominicano está desolada. ¿La razón? La Dirección General de Museos está trabajando en el replanteo del guion, la museografía y el recorrido de las salas permanentes. Colocar las 8,500 piezas del museo será un arduo trabajo que se llevará más de un año y un presupuesto estimado de RD$100 millones, según explicó el antropólogo Carlos Andújar, titular de la Dirección General de Museos, quien resaltó que adecuarán el museo a los nuevos tiempos. “No hacemos nada con abrir el museo y volver a colocar las piezas como estaban”, manifestó. Tras señalar que el trabajo que están haciendo no se ve porque se hace en los depósitos, Andújar sostuvo que después de recibir el edificio en una precaria situación tenían que redefinir la museografía. En ese sentido, indicó que lo primero que hicieron fue adecuar una sala que pudiera acoger al cemí de algodón, que será traído en mayo desde Italia gracias a un acuerdo que tienen con la Universidad de Turín. En esa sala está la exposición temporal que será ampliada con el cemí que estará en el país hasta octubre o diciembre. La idea de haber inaugurado esa sala temporal, manifiesta Andújar, es que el museo no estuviera cerrado por más tiempo. Tercer y cuarto piso En estos momentos, apuntó Andújar, están enfocados en las salas permanentes: las del tercer piso serán de arqueología y las del cuarto de antropología. “Como esas salas llevan una nueva museografía se está revisando el guion; todo eso lleva un proceso que coge tiempo. En eso estamos, eso se puede tomar un año todavía o más”. En esas salas permanentes se colocarán las colecciones del museo, que están en los depósitos. “Duraron tres años en los furgones que estaban afuera. Cuando nosotros llegamos las metimos dentro, las estamos curando, las estamos restaurando, las estamos conservando, las estamos colocando donde debían estar, cada una en su sitio en el depósito del Museo del Hombre”. Las piezas de la muestra, en la que participaron Patricia Reid y el voluntariado del museo, son parte de la exhibición que costó RD$18 millones, lo que a juicio de Andújar es una demostración de cuan caro sale montar una museografía. Esos fondos del museo, que saldrían de la Presidencia de la República, aún no están disponibles. Cuando se consigan, explicó Andújar, se trabajará la museografía de la tercera planta. Luego, la cuarta. “Se irán abriendo por fases”, dijo. Recorriendo el museo Llegar a las salas permanentes del museo es fácil. Con subir al ascensor y llegar hasta la cuarta planta se puede recorrer el espacio sin que nadie lo impida, lo que confirma algo que dijo Andújar en la entrevista: el museo necesita todo tipo de personal (guías, vigilantes de sala y seguridad). Esta situación vulnera el patrimonio del museo, ya que cualquiera puede hacerse con las piezas/cerámicas pequeñas que, procedentes de la Universidad de Leiden, están en unas cajas en una de las salas sin ningún resguardo. Cerca de ellas hay seis exhibidores en cajas de la tienda Ilumel. Además hay algunas fotos antiguas y hasta el certificado que acredita al Teatro Cocolo Danzante como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. En ese piso también hay unas cajas con sillas de la marca colombiana Inorca que, por su tamaño, podrían ser para el auditorio y un espacio cerrado con llave en el que hay piezas (se ven los letreros). En el tercer piso, al que se puede acceder por la rampa del cuarto, quedan algunos vestigios de lo que fue el museo cuando se inauguró el 12 de octubre de 1973: las osamentas de un sacrificio que nos maravillaron en la infancia siguen en su misma urna de cristal y las pequeñas reproducciones de lo que era el pueblo taíno, la pesca y el rito de la cohoba. Las figuritas están llenas de polvo. En esa sala, que nos lleva al pasado al igual que el mural pintado a finales de 1990, hay dos cajas de libros y un cristal. Ojalá que pronto la dirección reciba el dinero, pueda trabajar y todo se transforme. Una muestra que vale la pena La exposición temporal Magnífica, la exposición temporal “Cemíes, dúhos y rituales aborígenes” está ubicada en pequeño espacio de la tercera planta, donde unos paneles con fotografías y explicaciones recibe al visitante. Unos pasos más allá se accede a la sala en la que están las piezas, entre las que se pueden observar collares, un fotuto o trompeta de caracol, potizas o garrafas, trigonolito o piedras de tres puntas para propiciar la fertilidad, ídolos antropomorfos, cemíes, los objetos del ritual de la cohoba, dúos o asientos ceremoniales, vasos efigies y vehiques… muy bien expuestos. Chiquita, tiene un poco de todo.
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