José Núñez
Conocí el campo a inicio de los 80 cuando parte de la familia se mudó desde un barrio capitalino a la comunidad vegana y paraíso del arroz Jima Arriba. Cursaba el quinto de primaria y de vez en cuando realizaba labores agrícolas.
Aprendí a sembrar, cortar y trillar arroz. La jornada iniciaba al salir el sol y moría al caer la tarde.
Se caminaban grandes distancias en ir y venir a las fincas –no existía el famoso motoconcho-, y entonces un día cuando regresaba vi el milagro: en plena caída de la noche divisé la silueta de ese hombre sentado junto a una mesa con un pequeño radio de pila y una jumiadora. Tenía un lápiz en su mano y seguía paso a paso las instrucciones menudas que daba un locutor. Era un estudiante de la Escuela Radiofónica Radio Santa María.
Pregunté y me dijeron que cientos de jóvenes mayores de 14 años y adultos que trabajaban duramente todo el día de noche estudiaban con este programa. Supervisores y profesores les enviaban folletos de las distintas materias y se reunían los fines de semana en el salón parroquial o la escuela para corregir lo estudiado. Creo que la docencia abarcaba en ese entonces desde primero de primaria hasta el octavo.
La Escuela Radiofónica de Radio Santa María estaba en pleno apogeo y cientos se forjaban un mejor futuro por sus ondas y solo necesitaban un lápiz, un pequeño radio de pila y la luz de una lámpara jumiadora. Radio Santa María cumplió este 28 de octubre 66 años de fundada y no hay forma de pagarle por sus desvelos y trabajo en orientar a muchos en nuestros campos y pueblos.
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