La semana pasada propuse aprovechar la temporada navideña para dar inicio a un período en el que reine un ambiente de confraternidad. Particularmente en los sectores que actúan de forma protagónica en todas las actividades nacionales. Comenzando por los políticos. Y reitero esta sugerencia porque hay sectores que por diferentes vías, aunque no sea su intención, provocan estados de ánimo que no van acordes con el espíritu de paz y felicidad de las Navidades. Por lo cual pienso que esta actitud debe estar unida a la reflexión y al poder del silencio
Cuando se quiere llegar a conocer lo más cercano a lo que está correcto o merece alguna rectificación, sea en lo familiar como en cualquier actividad pública o privada, una de las recomendaciones fundamentales es la reflexión. Así recordé el silencio. Y aunque reflexión no necesariamente implica silencio, los estudiosos hablan de la importancia y el poder del silencio en circunstancias especiales cuando se reflexiona o medita.
Algunos dicen: “El silencio puede ofrecer espacio para procesar la información y formular respuestas claras”. Otros expresan: “La terapia del silencio consiste en eliminar toda clase de ruido proveniente del exterior y literalmente sumergirnos en un ambiente en donde reine el silencio absoluto”. Pero esas definiciones, en el fondo tienen la intención de sugerir que en determinados momentos hay que procurar el silencio para ayudarnos a encontrar lo más cercano o conveniente en nuestras tareas cotidianas y planes de vida.
Aprovecho la temática para referirme nuevamente a la temporada navideña y la importancia de la reflexión en este período, aún dentro de las festividades. Y si fuese necesario, en determinados momentos, acudir al poder del silencio. Porque es la época con mayor incidencia en la conciencia nacional. Para creyentes, e incluso para los agnósticos. Porque todos de alguna manera disfrutamos, compartimos y realizamos actividades que solo ésta temporada nos impulsa o mueve.
Estoy consciente y con edad suficiente para suponer, que estas sugerencias podrían tener diferentes interpretaciones y hasta ser mal interpretadas. Pero como desde hace tiempo soy dueño de mis pensamientos, expreso lo que entiendo prudente para la sociedad y las familias.
Como por ejemplo, la conveniencia de dejar de lado las promociones individuales, políticas o partidarias. Disminuir las informaciones que solo provocan desilusión y preocupación. Que los funcionarios designados en el tren gubernamental le dediquen todo el tiempo a sus responsabilidades. Recordando que no se puede servir a dos señores, y en este caso, el señor es el Estado como rector del bien común. Que no es tiempo para campaña política. Que el pueblo mayoritariamente rechaza tal actividad en estos momentos.
Recordar también, que apenas comienza un nuevo periodo de gobierno. Que falta mucho para las elecciones. Que Luis Abinader estará presidiendo hasta el 2028. Por su parte, los políticos de oposición muy bien pueden realizar sus labores dentro de un ambiente de fraternidad. Teniendo presente que no necesariamente se ganan adeptos criticando por criticar, sino que la opinión pública valora la sensatez.
Y finalmente, que los que de alguna manera influyen por diferentes medios, sin abandonar sus obligaciones de informar, tomen en cuenta la temporada navideña. Y que dentro de las reflexiones, todos tomemos en cuenta la importancia y poder del silencio.
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