POR TEOFILO (QUICO) TABAR
La mejor manera de preservar, restablecer y ampliar los ideales tendentes a las buenas costumbres en un marco ético es mediante el fortalecimiento del liderazgo moral en todas las áreas de la vida nacional. Los líderes morales viven sus valores y actúan según los principios que norman sus pensamientos. Sobre todo, cuando las cosas pudieran resultar difíciles, incómodas o en medio de inconveniencias. Porque sus comportamientos siempre irán dirigidos por cualidades llenas de virtud y de carácter. Como decía alguien: con paciencia y coraje.
No podemos entender el liderazgo moral como si se tratara del poder de quienes lo ejercen para obligar a las personas a que actúen de tal forma, sino como modelo capaz de influenciar ante los demás en función de la rectitud de carácter. Como ejemplos y enseñanzas de sus ejercicios en los diferentes aspectos de la cotidianidad. Adoptando métodos éticos tanto en la vida personal, profesional e institucional frente a todos los sectores sin excepción. Por eso, algunos expresan que todo liderazgo moral se manifiesta, sabiendo diferenciar lo que está mal y, como consecuencia, haciendo lo que moralmente consideran que está bien.
Y si expreso que debemos luchar por fortalecer el liderazgo moral en todos los escenarios, se debe a que desde hace tiempo nuestras sociedades han estado siendo empujadas o tratando de ser arropadas por conductas que confunden. Conductas que desgraciadamente han ido calando en generaciones que, por diferentes aspectos, no han logrado comprender las diferencias.
Esta tarea no es fácil. Porque como he expresado en múltiples ocasiones, ya la mayoría de la gente no sigue ideologías o doctrinas, sino a personas, a líderes. Y en función de que la gente común siempre sentirá motivación a seguir figuras, en la medida en que quienes los representan en todas las áreas mantengan una actitud ética y moral, los ejemplos se continuarán multiplicando. Pero si se debilitan los liderazgos morales, le estaremos dejando la cancha abierta a las conductas que amenazan con desbaratar todo el andamiaje ético que, a la vez, altera lo institucional.
La necesidad de fortalecer el liderazgo moral tiene que producirse de manera consciente y acelerada. En todas las estructuras sociales, políticas, administrativas, empresariales, deportivas, sindicales, judiciales, profesionales, educativas, del país. No puede ser solo de un sector, porque forman parte de un todo. Todos son miembros de un solo cuerpo. Y si uno de los miembros del cuerpo no anda bien, de alguna manera afectará otra parte e incluso podría incidir en la totalidad. Sobre todo cuando hablamos de la conducta moral.
Gracias a Dios el país es una cantera de gente buena y con consciencia de lo que significa la conducta moral. En la mayoría de las actividades hay gente que reúne esas características. Tenemos actores importantes que coinciden con esas necesidades, pero tienen que ejercer mayor énfasis en el liderazgo moral. Porque ese liderazgo moral, no solo repercutirá en el presente, sino que dejará una marca indeleble en el mediano y largo plazo. Será la guía para las generaciones más jóvenes y para las futuras. En tal sentido, se hace indispensable ejercer con más énfasis la autoridad y el liderazgo moral por encima de las trivialidades cotidianas.
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