Nelson Marrero
En la marcha hacia la cita con votantes en 2024 resalta el contenido demoledor del discurso crítico de la oposición sin énfasis en contrastables propuestas de realizaciones mientras preocupa que la autoridad electoral no aplicara límites al accionar partidario ni al gasto de recursos públicos que destacan la figura y obras del presidente Luis Abinader. ¿Devolvería al fisco lo tomado para promoverse cuando admita que se repostula certificando el fin real de sus usos presupuestales? De antemano se sabe que el proyecto reeleccionista no tiene vuelta atrás.
La Junta Central Electoral, criticada recientemente por ofender la memoria de generaciones de víctimas de la brutal y envilecedora dictadura de Trujillo concediendo personería jurídica a un partido que exalta ese pasado, está siendo vista además desde la opinión pública como declinando sus responsabilidades regulatorias de la campaña electoral lo que, según un editorial del periódico El Día de fecha reciente, “presagia un largo período de caos, gastos, molestias y desparpajo”.
La desbordada publicidad oficial de auto alabanzas -otro factor preocupante del lapso pre-electoral- movió en su momento a la organización no partidista Participación Ciudadana a calificarla de “aprovechamiento del poder público” para fines privados a través de la publicidad estatal que resalta la figura presidencial y de determinados funcionarios promocionando supuestos logros de instituciones y obras de infraestructura que no ameritan propaganda.
Aunque el primer mandatario prometió mantenerse vigilante para impedir que los recursos del Estado sean utilizados en campaña, y que no ocurra lo que fue común en el pasado, la organización que representa a Transparencia Internacional en el país se preguntó si el jefe del Estado ha visto o no los frecuentes anuncios del Ministerio de Obras Públicas “promocionando los supuestos progresos en la reparación de la Autopista Duarte como si se estuviera promoviendo un producto que se vende en los supermercados”.
Basándose en una publicación de la web de la Dirección General de Presupuesto, Participación Ciudadana entiende que en el pasado año el Gobierno gastó RD$6,375 millones en publicidad y propaganda, lo que constituiría casi el doble de lo destinado a ese fin el año anterior cuando se consumieron RD$3,651 millones. Se estima que “el Gobierno casi se iguala en términos reales con las cifras escandalosas que acostumbraban gastar en propaganda los gobiernos del PLD”.
¿Naufraga RD?
Con tintes de catástrofe describió recientemente la realidad nacional el precandidato presidencial Leonel Fernández. Su empleo devastador de la retórica incluyó decir que “en la actualidad, residentes de todas partes del país lucen despavoridos desesperados, con el grito al cielo por falta de agua y luz. En fin un país a la deriva frente a un Gobierno desbordado por su manifiesta incompetencia”. Rompió el medidor de hipérboles.
En base a otras imperfecciones y habituales motivos de frustración de comunidades que ni remotamente comenzaron en este gobierno, el exmandatario tildó a la actual administración de incapaz de realizar tareas básicas, fundamentales de la gestión pública. “Incompetente, torpe e ineficaz”. Apabullante descripción de las insuficiencias del Estado apropiada para describir a una sociedad como caída por el precipicio o que su hundimiento total es solo cuestión de horas.
En contraste, aquellos dominicanos que en las encuestas dicen reconocer que el país lleva un curso negativo son los mismos que en igual o parecida proporción expresan confianza en las autoridades actuales y en lo que más coinciden es en manifestar insatisfacciones con los partidos políticos y con los congresistas a los que con insistencia se reclama superar los estancamientos de legislaciones vitales que duermen en gavetas. Ya quisieran para ellos la estimación que expresan ciudadanos por la Iglesia Católica y por la Procuraduría General de la República que causa pesadillas a exfuncionarios de alto nivel.
Y por demás, una mayoría declara su intención de concurrir a las urnas el próximo año, demostración de confianza en el sistema democrático para superar los males, mostrando paciencia y sensatez sin creer que el país está a punto de acabarse. Y en concreto, la percepción ciudadana tomada en una encuesta de Mark Penn/Stagwell aleja a los dominicanos de la visión catastrófica que expresan algunos de los líderes con solo un 33% de la población que cree que la situación económica empeorará en un mes al tiempo que aquellos que creen que mejorará pasaron de un 25% en el 2020 a un 36% en el actual. Unos ven el vaso medio lleno y otros medio vacío.
Aval Internacional
Mientras furibundos aspirantes al poder por primera o tercera vez solo perciben sombras en el panorama nacional, en esta misma época el Banco Mundial destacó a República Dominicana como poseedora de una de las economías de más rápido crecimiento en América Latina y el Caribe en la última década. “El PBI real creció un 4.9% en el 2022 impulsado por los servicios. El sector de hoteles, bares y restaurantes creció un 24% durante el mismo período respaldado por una activa campaña de vacunación del Gobierno y una recuperación en el turismo mundial”.
El Banco Mundial considera que el crecimiento dominicano ha llevado a un aumento de la clase media y a una reducción de la pobreza y la población urbana del país aumentó en un 50% en los últimos 15 años pasando de ser una sociedad agrícola a una dominada por grandes áreas metropolitanas. No deja de reconocer sin embargo que el crecimiento no ha apoyado la creación de empleos de calidad y que las crecientes y presentes tasas de inflación afectan los medios de subsistencia de la población. Un diagnóstico (agregamos) que puede indicar que “esto no es una gloria” pero tampoco un infierno como el populismo proselitista quiera a veces dar a entender.
El Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, FMI describió, apenas el mes pasado, a la economía dominicana como una de las más dinámicas y resilientes del continente americano en las últimas dos décadas, experimentando una notable recuperación tras la pandemia «respaldada tanto por las sólidas políticas adoptadas por las autoridades como por efectos secundarios positivos de la economía mundial.
Con un panorama confiable a la vista, el ente más representativo del poder económico privado, encarnado por el Consejo Nacional de la Empresa Privada, CONEP, despidió el 2022 convencido de que el año 2023 sería «igual o mejor que el anterior en términos económicos. Se fundó en el criterio de que República Dominicana posee una economía sumamente diversificada y un Banco Central «muy fuerte que está haciendo una labor encomiable», favoreciendo que continúe el crecimiento. Parecería que a las pitonisas del fin del mundo les faltan asideros.
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