Novela de gran impacto en la conciencia nacional
POR RAFAEL SANTOS
Esta novela, Cinco bailadores sobre la tumba caliente del licenciado, la segunda que escribió Roberto Marcallé Abreu y que mereció el Premio Nacional de Novela de la entonces Secretaría de Educación en el año 1979, aborda el tema político, sus actores, sus oscuras relaciones. Dicho tema se transformaría en una constante en la obra de este autor. Algunos temas que aborda de sus libros posteriores ya asoman en Cinco bailadores.
Marcallé nos entrega el retrato de una época. Utiliza personajes a los que identifica por su jerarquía y conducta en relación al Poder. Se orienta a lo sutil, no al lugar común. Sus descripciones nos proporcionan un fresco en cuyos detalles descubrimos las verdades de ese Poder. Sus alcances, su proceder, sus maldades. Pese a que esta novela fue escrita en una época de mucha turbulencia política, el autor no cede a la tentación de tomar partido en una confrontación de grupos. No le interesa. El texto se encamina a interiorizar en una época, sus personajes fundamentales, sus prácticas. Por eso, es literatura pura. Algo a destacar en la novela de un recién iniciado en la letras.
“Dijo que me acompañaría. Las luces del hotel estaban encendidas, ya. En la distancia próxima y a través de las puertas podíamos percatarnos del lujo. Bajé hacia la avenida George Washington para huirle al tráfago del tránsito de las seis de la tarde. Luces rojas iluminaban el camino. Pensé, creo que hasta comenté, que esas luces eran mejores que las de neón. Iluminaban más, eran más hermosas. Quizás por la novedad”.
En este autor hay otras obras que también tratan de manera lúcida el tema. No se trata solamente de política. Se trata de literatura. Se trata de historia. Se trata del claroscuro de la condición humana.
Al lector le cabe revelar los misteriosos hilos que tejen esta historia. Esta obra, como las que vinieron después, posee características muy peculiares. Es como una marca que la individualiza. Y esto puede que sea la manera en que el autor aborda sus temas y penetra en la realidad sicosocial del pueblo dominicano. Marcallé Abreu nos hace participes de realidades que van más allá de la simple ficción. Esta virtud es común a todos sus libros.
En esta novela salen a relucir elementos comprometedores. La expectativa somete al lector. Se sufre una inmersión en la trama y uno termina por identificarse con los personajes que actúan en los diferentes escenarios. El autor acude sin reservas al aspecto sicológico, a la personal carga de frustración y amargura de cada quien, al sentido de la piedad. El lector, sustraído por una mimesis maravillosa termina por equipararse con las creaciones que se nos entregan. Esta identificación precipita la lectura, nos provoca, nos obliga. Es un problema de confianza y de solidaridad que el escritor explota en todos y cada uno de nosotros. Parte de su esfuerzo, resulta evidente, es el de provocar que el lector se vea y sienta en este o aquel personaje. La identificación resulta obligatoria. Igual que la seducción.
Un aspecto a considerar es cómo se produce la situación de quienes rodean al licenciado. Este tiene sus apetencias, un status que proteger, una imagen pública. Es preciso poner atención a las singularidades de las relaciones que se producen en torno a este hombre. Se trata de relaciones complejas y difíciles.
Tomemos el caso de uno de los personajes narradores, el cual busca a toda costa que como lector nos identifiquemos con su accionar, y casi a punta de pistola no hace ver una situación que realmente no existe, contrario al periodista que interviene como el amigo o relacionista público del licenciado. Por momentos se nos presenta como un asalariado, en otras se nos figura como un íntimo del personaje sobre quien se teje la historia.
“Fue a ver al tesorero a su Despacho pero no estaba. Su secretaria temblaba. Depositó su renuncia ayer mismo, dijo. Bajó a la planta y no pudo encontrar al jefe técnico. Nadie le dio una explicación”.
El licenciado es en primer término un personaje obtuso, un complicado objeto de estudio. Es hábil y sabe aprovechar las oportunidades. Provoca amor y odio. Su muerte desencadena diferentes reacciones en quienes le rodean. El final destruye el muro y las aguas se desbordan. Político aprovechado, no es un hombre al que su entorno afectivo termina aprecie o ame. Sus habilidades decaen con la enfermedad y estallan en el escándalo tras su tétrica muerte.
En vida es todo un déspota. Humilla a los otros, se burla de quienes dependen de él consciente de que no tienen el poder de enfrentarlo. Es desconsiderado y cínico.
Para quienes siempre hemos sido estudiosos de la historia del pueblo dominicano, se nos hace mucho más fácil entender los inicios políticos del licenciado cuando su candidato retornó del exilio. El licenciado es uno de sus hombres, pero los errores le atraen la desgracia.
Cuando el candidato se convierte en presidente, decide cobrar su lealtad y cae de golpe y porrazo en una empresa del Estado. Demuestra calidad de gerente, pero su crueldad es extrema y el precio que hace pagar es terrible: logra el milagro de sanear la empresa, prepararla para su despegue. Para ello, instaura una disciplina rigurosa, adopta medidas crueles, destruye el sindicato, despide sin contemplaciones a quienes considera innecesarios.
“No te digo que no dure seis o siete meses más. Pero no pasará de ahí. Me sentí un poco triste. Le dije que estaba pensando en lo que me había dicho. En que presentaba al licenciado como un fascista. Sonrió. Me puso la mano en la rodilla y me dijo que yo era un buen amigo”.
Otro detalle a tomar en cuenta en esta novela es la licenciosa vida de este personaje en donde se pone de manifiesto la cultura machista, y la “superioridad” de un jefe quien, muy a pesar de su enfermedad, asume una actitud poco compasiva hacia sus empleados.
Ahora bien, hay que anotar de manera reflexiva si se quiere, que a pesar de lo que la lógica de los pueblos nos enseña, que cuando una persona ve muy próximo su final terrenal casi siempre termina sintiéndose arrepentido, cosa esta que en la novela en cuestión nunca sucedió con el licenciado, al contrario, este se aferró más a su acostumbrado estilo de vida hasta olvidar que lo importante en situaciones como esta es lo espiritual, no lo material.
Estamos, pues, ante una obra que viene a ser una pormenorizada reflexión de lo que en realidad hemos sido como sociedad imperante luego de la guerra de abril de 1965. Los cinco bailadores nos deja un sabor agridulce, como si nos dijéramos que realmente no hemos crecido mucho como pueblo en todos estos años…
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