Manuel Figueroa
Santo Domingo, RD
E tripartidismo, un sistema que proyecta desbordar las elecciones generales de 2024, se había convertido ya en un trauma para la democracia y la clase política dominicana, al ser instaurado en el país por primera vez durante las décadas de 1980 y 1990. Los partidos Reformista Social Cristiano (PRSC), Revolucionario Dominicano (PRD) y de la Liberación Dominicana (PLD), protagonizaron una estela de crisis electorales, divisiones y luchas fratricidas, en los comicios celebrados desde 1986 hasta el 2000. Ahora, a 19 meses para las elecciones presidenciales, legislativas y municipales, se presenta de nuevo un panorama donde tres fuerzas políticas se disputan el poder. A la vez que se avivan los temores por una segunda vuelta electoral, un fenómeno que no se registra desde 1996. En el terreno de juego calientan sus brazos el gobernante Partido Revolucionario Moderno (PRM), que apostaría a la reelección del presidente Luis Abinader; el PLD, con el recién proclamado aspirante Abel Martínez, y Fuerza del Pueblo, con el insustituible expresidente Leonel Fernández. De todos estos virtuales candidatos presidenciales, el único que no tiene experiencia en esas lides es Martínez, de 50 años, quien es alcalde del municipio Santiago de los Caballeros y fue presidente de la Cámara de Diputados en el período 2010-2016. Abinader, de 55 años, fue candidato vicepresidencial en las elecciones de 2012 integrando la boleta del PRD que encabezó el expresidente Hipólito Mejía; luego ganó la candidato presidencial del PRM para los comicios de 2016, y 2020, cuando finalmente logró la presidencia de la República en primera vuelta con un 52.52%. Mientras Fernández, de 68 años, fue candidato vicepresidencial en 1994 junto a Juan Bosch en la boleta del PLD; ganó la presidencia de la República en 1996, 2004 y 2008. Fue derrotado en los comicios de 2020, como candidato de FP, un partido formado tras su división del PLD en 2019 cuando perdió las primarias internas a manos de Gonzalo Castillo. De crisis en crisis El tripartidismo emergió por primera vez en medio de una profunda crisis económica y política en el proceso electoral de 1986, y desde entonces se convirtió en un traspié para la democracia dominicana, mientras en la mayoría de los países del Continente se apostaba al bipartidismo. Desde1966 el PRD y el PRSC polarizaron las preferencias electorales. Pero en 1986 el PLD, fundado por Bosch en 1973 al dividirse del partido blanco y que había ocupado por siete meses la presidencia de la República en 1963, atrajo con su consigna “Juan Bosch ni mató ni robó” a miles de jóvenes descontentos con los gobiernos perredeístas. Los resultados fueron que Joaquín Balaguer-PRSC, dejando atrás su cuestionado “Gobierno de los 12 Años” regresó a la presidencia con 877,378 votos (41.55%), mientras la candidatura de Jacobo Majluta, surgida de las cenizas dejadas por un enfrentamiento violento en el PRD, logró un cerrado margen de 828,209 votos (39.22%). En medio de la denuncia de fraude y resignación de Majluta por la falta de apoyo del liderazgo del PRD, Juan Bosch-PLD se colocaba en tercer lugar con 378,881 votos (17.94%). Ese proceso, de paso, desencadenaría luego una gran división del PRD, encarnada por el líder José Francisco Peña Gómez y Majluta. En ese ambiente político conflictivo y una crisis económica que afectaba el país, se precipitaron las elecciones de 1990, donde Peña Gómez se presentó como candidato del PRD. Majluta formó el Partido Revolucionario Independiente (PRI), lo cual cambió radicalmente el escenario electoral. La polarización se produjo entonces entre Balaguer y Bosch, lo cual no ocurría desde 1966. El cómputo de la Junta Central Electoral (JCE) volvió a reflejar estrecho margen. PRSC-Balaguer, 678,065 votos (35.35%); PLD-Bosch, 653,595 votos (33.79%), y PRD-Peña Gómez, 449,399 votos (23.23%). Bosch denunció un fraude colosal y se necesitaron varios meses de maquinaciones para que las aguas embravecidas retornaran a sus niveles. Al final se triunfó la reelección Democracia tambalea Las elecciones de 1994 llevaron la crisis a su clímax, desatando los demonios. Para que se entienda mejor las secuelas del tripartidismo, ante otros cerrados resultados ofrecidos por la JCE, correspondería a Balaguer y Peña Gómez protagonizar esta vez la confrontación. El líder perredeísta denunció también un fraude colosal y la frágil democracia dominicana se tambaleó. Ni la JCE ni los observadores internacionales se atrevieron a proclamar de inmediato a un ganador, en medio de extendidas protestas por trastrueque de actas y sufragantes. Los números fueron escalofriantes: Balaguer-PRSC, 1,275,460 votos (42.29%); Peña Gómez-PRD, 1,253,179 (41.55%), y Bosch-PLD, que volvió a caer al tercer lugar, 395,653 votos (13.12%). En medio de la tensión el liderazgo nacional se vio precisado a entrar en un entrincado proceso de negociación, con la mediación de la iglesia y organismos internacionales, La solución se extendió hasta principios de agosto, días antes de la fecha para la juramentación del presidente, vicepresidente y demás autoridades electas. El PRD aventajó en las legislativas. La firma del “Pacto por la Democracia”, recortó dos años a Balaguer, para convocar elecciones en 1996; no reelección, congresionales y municipales en 1998, entre otros. Se sometió al Congreso el 50% más un voto para ganar las elecciones con el retiro de los legisladores perredeístas, abriendo la posibilidad de segunda vuelta entre los dos más votados. PRSC-PRD cierran ciclo Las atípicas elecciones presidenciales de 1996 dejaron al descubierto otra crisis política. Balaguer, líder máximo del PRSC, quedó fuera del escenario electoral por primera vez en tres décadas. Este acontecimiento tuvo consecuencias catastróficas para los reformistas, hasta el extremo que no han vuelto jamás al poder. Todo inició cuando el vicepresidente de la República y exsenador Jacinto Peynado desafió los designios de Balaguer, y se impuso como candidato presidencial en la convención del partido del gallo ‘colorao’. En la primera vuelta de los comicios el boletín final de la JCE arrojó: PRD-Peña Gómez, 1,333,925 votos (45.94%); PLD-Leonel Fernández, 1,130,523 votos (38.93%), y PRSC-Peynado, 435.504 votos (14.99%). Esto dio lugar a una segunda elección sin el PRSC. Fue notoria la actitud de Balaguer de no ir a votar, mientras sus amanuenses no disimularon las preferencias por Fernández. Tras la derrota impulsaron el Frente Patriótico para apoyar al candidato peledeista contra Peña Gómez y su compañero de boleta, el archirrival Fernando Álvarez Bogaert. La segunda vuelta determinó: PLD-Fernández, 1,466,382 votos (51.25%) y PRD-Peña Gómez, 1,394,641 votos (48.75%). Esa primera etapa del tripartidismo concluyó con las elecciones presidenciales del 16 de mayo del 2000. Balaguer encabezó por última vez la boleta del PRSC y enfrentó al PRD, con Hipólito Mejía como candidato, y al PLD, con Danilo Medina acompañado del dirigente reformista Amílcar Romero. Otra crisis se avizoró al conocerse los resultados electorales: PRD-Hipólito, 1,593,231 votos (49.87%); PLD-Danilo, 796,923 (24,94%), y PRSC-Balaguer, 785,926 votos (24.60%). Ninguno obtuvo el 50% más un voto. Medina visitó entonces a Balaguer en busca de reeditar el Frente Patriótico. El líder reformista, que hizo una campaña contra los que denominó “comesolos”, se negó. En estas circunstancia el candidato del PLD aceptó la derrota. Así el PRD cerró el ciclo del tripartidismo, sin que jamás voviera a ganar el poder enfrentando al PLD en 2004, 2008 y 2012. Se advierte, entonces, que los traumáticos vaivenes detonados por ese sistema político imponen al país un nuevo reto en las elecciones generales de 2024. Ya la JCE enfrenta grandes presiones, para someter a la legalidad al PRM. PLD y FP, que amenazan un desmadre de sus fuerzas desde antes que el árbitro cante play ball.
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